viernes, enero 04, 2008

Una lectura temporal de los documentos sobre la masacre de Tlatelolco

Diversos son los tiempos que se condensan en la masacre de Tlatelolco. Una mirada desde los sujetos históricos que la hicieron posible, lleva a pensar en el pasado propio de la tarde de octubre. Aquellos que fueron emboscados, estudiantes y pueblo en general, se han esforzado en construir un tiempo para volver a la tragedia un relato histórico. En este esfuerzo se encuentra un debate importante, pero que ahora vadearé tras enunciarlo. Se trata de la inserción de la tarde del 2 de octubre en el desarrollo del movimiento estudiantil, en tanto que para muchos éste empieza unos meses atrás, fruto de una reyerta.[1] Otros han llamado a pensar al movimiento estudiantil de aquellos años fuera de 1968, y para ello enuncian con insistencia otros episodios violentos que tuvieron como actores a estudiantes y maestros en diferentes puntos del país. Así se traen a la mesa del 2 de octubre otras manifestaciones estudiantiles importantes en 1942, 1950, 1956, 1962, 1963, 1966, 1967, y acciones represivas (no todas efecto de una huelga) en los estados de Puebla, Michoacán, Tamaulipas, Sonora, Chihuahua, Guerrero, Tabasco.
Me interesa la segunda lectura (a pesar de sus recurrentes ilusiones acerca del sujeto social que habría protagonizado estos episodios) porque permite ver a los que fueron encargados de controlar los desbordes estudiantiles. No quisiera dar la idea de que una ampliación temporal pudiera ser por sí misma benéfica, ni que su reducción fuera por ello, nociva. La ampliación de la mirada de los conflictos estudiantiles, tiene en primer lugar que darle un poco de cuerpo a la tesis de la reyerta explosiva que circunscribe el conflicto a los días de julio a octubre de 1968. Permitir mayores explicaciones que la que conduce a mostrar a una sociedad de reacciones tempestuosas ante la represión oficial. Y explicar el sentido de las demandas estudiantiles expresadas en un pliego petitorio.
Mi interés tiene que ver con el reverso de los sujetos esbozados, su formación antagónica. Entonces, el interés por la segunda lectura no tiene que ver con los elementos comunes (tipos de demandas, el uso de la huelga) entre los grupos estudiantiles y magisteriales que entraron en conflicto con diferentes estratos de gobierno. Una lectura ya ensayada, por cierto. Voy en dirección lateral: estos enfrentamientos políticos previos sirven para entender las experiencias oficiales que se acumulaban en el control de los grupos opositores juveniles. Esto no quiere decir que desde esta perspectiva, se alimente y se le dé continuidad absoluta a esta segunda lectura. Pero sólo ella presenta una idea de por qué aquellos jóvenes disidentes aprendieron a sortear los mecanismos de control con que se les enfrentaba el estado, así como la tesis de que la construcción misma del Consejo General de Huelga era una manifestación de este aprendizaje. Pero mirar a los mecanismos desarrollados en el estado, tiene su fundamento hoy puesto que fueron estos los mecanismos que tuvieron éxito, y en definitiva, y los que más contribuyeron con su marca en el estado contemporáneo.
Este ensanchar la puerta para asomarnos al pasado mexicano, no obstante, tiene poco que ver con los propósitos de mi investigación.

Las versiones oficiales
El tiempo de mi investigación no responde al desarrollo del movimiento estudiantil ni a los acontecimientos represivos que lo fueron delimitando. Pese que el encuentro de estos es la masacre de octubre, y parece insensato no reconocer estas confluencias. Las versiones oficiales de la masacre han sido escritas, preparadas y/o difundidas en los años siguientes. Es este ritmo el que atiendo, el de las actualizaciones oficiales de lo que habría sucedido aquella tarde. Así, los tiempos que confluyen (en la experiencia de los actores) en los actores del drama son repensados desde las versiones oficiales. Estas proponen sus cortes temporales e intervienen en una organización del pasado y la experiencia estudiantiles: lo que es parte de los objetivos de algunas versiones oficiales. Pero es en el ritmo de su escritura, en el momento en que una versión vuelve a construirse para explicar la tarde del 2 del octubre, donde se encuentra la columna temporal de análisis.
Pensar las versiones oficiales, en plural, supone en este caso una organización temporal más allá del día al que hacen referencia las fuentes oficiales. Al reflexionar en detalle sobre la retórica oficial, lo hago menos preocupado en la variedad de géneros que la componen como en el momento en que estas versiones fueron construidas. Específicamente, porque una clasificación cronológica permite ver la adecuación del discurso sobre la masacre, según las necesidades del momento de construcción. Esta explicación cronológica se justifica a partir de una lectura de los horizontes y expectativas de intervención de las mismas versiones.
El orden en que fueron concebidas, produce una lectura que no es posible cuando las versiones se acumulan en la cronología del propio 2 de octubre (6:15, caen las bengalas y avanza el ejército; 6:45, comienza a cesar la balacera generalizada; 23:00, nutrido tiroteo proveniente de los edificios Aguascalientes, Revolución 1910, Molino del rey, etc.). O más bien, al acumularse en la lógica de la cronología del día, producen una versión llena de contradicciones y equívocos. Leídas en el orden en que fueron escritas, en cambio, las versiones oficiales adquieren un sentido. Así podemos ver aislas las variaciones entre una y otra, y ver en qué medida son el resultado de las intenciones de sus autores (también hay que comprender las variantes hacia adentro del gobierno). Una presentación cronológica, si se describen e identifican algunos géneros oficiales, permite identificar de qué manera la versión oficial agrega o sustituye una parte de la versión general que ya no funciona. Estos agregados y sustituciones, si se acumulan en la cronología de la sucesión de horas del 2 de octubre.
Ejemplifiquemos con un tema central para la versión oficial: el inicio del fuego.

En el inicio, el fuego
Una de las preocupaciones de la versión oficial fue presentar la acción represiva como una balacera iniciada desde los edificios en que estaban los estudiantes. Las dos fuerzas ocupadas que se disputaban el control estudiantil, el ejército y la Dirección Federal de Seguridad, ensayan versiones sobre el origen del enfrentamiento. Veamos estos esfuerzos en detalle, para ver el proceso mismo de escritura y usemos los principios de construcción temporal mencionados.
Dos versiones surgieron la noche del 2 de octubre para explicar públicamente el tiroteo. La primera, de labios de quien dirigió la operación, el general Marcelino García Barragán. La segunda, mediante la intervención del capitán Fernando Gutiérrez Barrios, titular de la dfs.

a) El ejército actuó por solicitud de la policía, dijo esa noche García Barragán. En conferencia de prensa reportada por el periódico El día, se asienta la declaración del secretario de Defensa: “el ejército intervino en Tlatelolco a petición de la policía y para sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes”.[2] Según esta primera posición pública del jefe militar, el ejército había entrado a la plaza luego de iniciado el tiroteo. Él mismo encabezaba las fuerzas y su puesto de mando habría llegado el pedido policial. Como se entenderá, esta versión era poco creíble, puesto que las crónicas periodísticas identificaban el inicio de la balacera con la entrada del ejército y el destello de bengalas militares.

b) La noticia de la herida del general se superpuso de manera inusual con la versión del jefe de Defensa. En el diario El excélsior del 3 de octubre, fuera del cuerpo central de la nota que narraba la masacre, se presenta un hecho poco común: un informe militar es entregado al director de los servicios de inteligencia. La nota periodística daba cuenta que:

El jefe de la DFS recibe el informe de un oficial militar: (…) el Gral. José Hernández Toledo fue herido de dos balazos cuando marchaba al frente de la tropa.[3]

(La nota central sobre la masacre de El excélsior, en cambio, no reflejaba la presencia del militar herido, sino que se encontraba entre quienes dirigían el operativo y las detenciones. También indica el ingreso del ejército, en el mismo momento en que se inician los disparos, rebatiendo la versión del jefe de Defensa:

De pronto, tres luces de bengala aparecieron en el cielo. Caían lentamente. Los manifestantes dirigieron, casi automáticamente, sus miradas hacia arriba. Y cuando comenzaron a preguntar de qué se trataría, se escuchó el avance de los soldados. El paso veloz de éstos, fue delatado por el golpeteo de los tacones de sus botas.Luego se inició la balacera…[4]
(…) Unos trescientos tanques, unidades de asalto, yips y transportes militares tenían rodeada la zona, desde Insurgentes a Reforma, hasta Nonoalco y Manuel González. No permitían salir ni entrar a nadie, salvo rigurosa identificación. Los generales Crisóforo Masón Pineda y José Hernández Toledo dirigen la maniobra, seguidos del general Mendiolea Cerecero, subjefe de la policía metropolitana[5]).

c) Cómo fue herido, debe preguntarse quien advierte la contradicción en la propia página de El excélsior del 3 de octubre. En la versión del periódico está la clave. ¿Qué informe habría recibido Gutiérrez Barrios esa noche? Sabemos que Gutiérrez Barrios reportó los incidentes del día. El director de dfs escribe que el general ha sido herido al intentar dirigirse a los manifestantes a través de un megáfono:

Como a las 18.15 horas irrumpió en este lugar el ejército. El general José Hernández Toledo, comandante del batallón de fusileros paracaidistas, a través de un magnavoz, exhortó a los manifestantes a que se dispersaran, siendo recibido por una descarga desde varios edificios, tocándolo una bala que lo hirió en le pecho, suscitándose a partir de ese momento una balacera entre estudiantes contra el ejército y la policía y granaderos resultando varios heridos, así como muertos.[6]

d) Al día siguiente, otra dependencia policial, se hizo eco de la versión de la dfs. La Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (dgips) le reportaba el episodio al secretario de Gobernación:

A las 18 horas iba a hacer uso de la palabra un miembro del Consejo General de Huelga, cuando se inició a las 18.10, una balacera en el edificio Chihuahua, precisamente en el tercer piso donde se encontraban los líderes del Consejo de Huelga.Cómo en esos momentos hacía su aparición el Ejército en la Plaza de las 3 Culturas, para impedir la realización de la Manifestación al Casco de Santo Tomás, hubo una confusión provocada por los disparos de arma de fuego que partían del edificio Chihuahua uno de los cuales hirió al Gral. Hernández Toledo, Comandante del Batallón de Paracaidistas, quien en unión de 4 oficiales iba a enfrentarse con los organizadores del MITIN para indicarles la prohibición de la manifestación. Al ver caer al comandante de la corporación y algunos oficiales, los Soldados y Oficiales que lo acompañaban empezaron a atacar a quienes consideraban sus enemigos…
(…) Después de hacer una serie de investigaciones en el lugar de los hechos y de hablar con agentes de la Policía Federal que fueron comisionados para aprehender a los miembros del Consejo de Huelga, se logró aclarar el origen de los hechos: un grupo de agentes de la Policía Judicial Federal y de la Dirección Federal de Seguridad, recibió órdenes de aprehender a los líderes del Consejo Nacional de Huelga y aprovecharon el mitin de ayer para identificarlos y detenerlos en el 3er piso del edificio Chihuahua en donde estaban presidiendo el acto. Cubrieron los elevadores con agentes federales para impedir la fuga de las personas citadas y a las 19.10 iban a detenerlos en ese lugar, para lo cual y encontrando resistencia, tuvieron que disparar sus armas al aire para amedrentarlos. Coincidieron estos balazos con la llegada de las tropas a la Plaza de las 3 Culturas y con la herida del comandante de las mismas, Gral. Hernández Toledo…[7]

La nueva versión de la dgips coincide con la versión de dfs en que se elimina el relato de las bengalas. Sin embargo, esta versión no menciona el megáfono, sino que explica que Hernández Toledo fue herido cuando iba a enfrentarse con los organizadores del mitin para indicarles la prohibición de la manifestación. Ese iba a enfrentarse para indicarles no puede sino interpretarse de la siguiente manera: si estaba en sus planes hablar con una multitud bajo la luz de una bengala, no alcanzó a hacerlo. El informe tiene un dato más de interés, en tres ocasiones explica la balacera como una confusión, pero analizar este punto ahora nos desviaría del problema de Toledo.
Por otro lado, en el libro Parte de guerra, de Julio Scherer y Carlos Monsiváis, se publicaron algunas páginas facsimilares de los documentos del ejército del año 1968. Hay uno que se refiere al general herido, y está fechado el 3 de octubre. Se trata de un informe escueto del Batallón de Fusileros Paracaidistas en el que se le informa de este acontecimiento al secretario de la Defensa:

Ayer, siendo las 1815 hrs. fue herido por arma de fuego el C. gral. Brig. José Hernández Toledo (…), en el momento en que los exhortaba a desalojarlo en orden y sin oponer resistencia...[8]

e) En 1969 el gobierno hizo escribir una novela. ¡El móndrigo! Bitácora del Consejo Nacional de Huelga, también incluía su versión del inicio de la balacera. Presentada como un texto anónimo, escrito por un miembro del Consejo Nacional de Huelga, el inicio de la balacera corresponde a una conjura comunista estudiantil. El texto tiene estructura de diario y así se prepara el joven narrador para asistir a Tlatelolco y darle final a la propia novela:

Octubre 1. (…) (Sócrates) nos informó que cuenta con la anuencia de amigos que son inquilinos en los edificios Chihuahua, Sinaloa, Issste, Molino del rey, Querétaro y Dos de Abril, con ventanas a la Plaza de las Tres Culturas para que nos apostemos y desde allí recibamos a tiros a los soldados… y a los que se atraviesen.
(…) Mi jefe directo es Raúl Álvarez Garín de Físico Matemáticas, quien se situará atrás de la iglesia de Tlatelolco para dar la señal de fuego con la luz de la Bengala.[9]
Octubre 2. (…) 6:03 Aparecen los soldados. Espero la señal de Raúl.
Ahora sí. Son las 6:15.[10]

f) Varias versiones comienzan a superponerse en el esfuerzo oficial por hacer de la masacre un enfrentamiento. Veamos, dos casos que son al fin, el mismo, siempre desde la perspectiva del hombre herido. En los archivos de la dgips se encontró un texto en construcción: Apuntes sobre Tlatelolco. El texto tiene un índice, que señala las intenciones del texto (de exculpar al gobierno), pero en su interior, el contenido no guarda una correspondencia absoluta. El texto, ha juzgar por su encuadernación, estaba siendo elaborado por Julio Sánchez Vargas, entonces procurador de la República. Sin embargo, incluye un texto escrito desde la perspectiva del jefe de Defensa:

f. El fuego obligó a las tropas a cubrirse, exhortando a gritos a la gente civil para que despejara la plaza (…). Parte del personal repelió la acción haciendo fuego (…). La intensidad del fuego obligó al suscrito y mi estado Mayor a permanecer al abrigo del puente, ya que en esos momentos no era posible cambiar de ubicación; así mismo, en esos momentos el general brigadier José Hernández Toledo comandante del 2do agrupamiento, quien se desplazaba cerca de mí, exhortando con un magnavoz a las personas civiles para que desalojaran la Plaza, fue herido de gravedad quedando…[11]

Que son líneas del secretario de Defensa lo corrobora el texto “Hechos sobresalientes del problema estudiantil y la actuación del Ejército para mantener el orden”, publicados en el libro de Scherer y Monsiváis. “Hechos…” se tiene una correspondencia absoluta con el acápite “Intervención del ejército” encontrado entre los textos de la dgips, es idéntica:

f. (…), en esos momentos el general brigadier José Hernández Toledo comandante del 2do agrupamiento, quien se desplazaba cerca de mí, exhortando con un magnavoz a las personas civiles para que desalojaran la Plaza, fue herido de gravedad quedando…[12]

Valen muchas preguntas sobre las contradicciones que, ordenadas temporalmente, estas versiones presentan sobre la escritura oficial. ¿Se le notificó al secretario de Defensa la herida de Hernández Toledo al día siguiente? No es posible, sobre todo porque: ¿acaso no se había notificado la noche anterior al titular de la dfs, como había reportado El excélsior? ¿Es posible que se emitiera un documento del ejército antes para Gutiérrez Barrios que para García Barragán?
Pero los documentos presentan otras dudas por la negación de las bengalas y por la contradicción sobre si Hernández Toledo emplazó a la población antes de que se iniciara la balacera (como escribe Gutiérrez Barrios), o fue herido antes de que alcanzara a utilizar su megáfono (como dice el resumen de la dgips), o si usaba su magnavoz bajo la lluvia de proyectiles (como escribe el suscrito García Barragán, que se dice testigo directo), o si existen razones para creer que participó en el operativo (como dice el periodista de El excélsior)… hasta que le dijeron: señor general queda usted herido de bala por disposición de la superioridad.[13]

La versión oficial que dejé afuera
La organización de las versiones sobre este minúsculo momento (origen de la balacera y la supuesta herida del general, etc.) ha sido cronológica hasta aquí, aunque en algunos casos, como las versiones de Barragán en sus dos ubicaciones, no pueda establecer una fecha de elaboración. He dejado afuera los relatos de los agentes de la dfs y la dgips, que escribieron sus reportes la tarde de Tlatelolco, que fueron fuentes para la versión de Gutiérrez Barrios y para la del resumen del 3 de octubre de la dgips. Estas versiones son anteriores a las agrupadas, y construidas como insumo y por ello poseen un atractivo especial:[14] son escritos para los jefes de los servicios, pero no para una autoridad superior. Así, sus horizontes parecen reducidos al reporte de lo visto y oído, y por ello son exhaustivos y lleno de referencias de personas. Reflejan la escritura de libreta (frases en discursos, escritos de pancartas, etc.). Cuando se refiere al momento de nuestro interés, el informante de dfs no menciona ningún megáfono, ni reporta la herida del militar:

A las 18:15 hrs. se anuncia a grandes voces la llegada del Ejército, provocado esto por una luz de bengala lanzada desde la zona de Relaciones Exteriores, seguida de una ráfaga de arma de fuego de la misma dirección.(…) El ejército ingresa a la plaza desplazándose desde las posiciones que ocupaban, en una acción de cerco, después de que fue lanzada una luz de bengala.[15]

El agente de la dfs ha estado en Tlatelolco e identifica las bengalas que anuncian el movimiento militar: una ráfaga de ametralladora y los disparos desde el edificio Chihuahua. El otro reporte titulado, “Información: daayc”, fechado el 2 de octubre, también es un reporte de las últimas horas del día:

El tercer orador (…) lanzaba duros cargos al señor Presidente de la República a los periodistas, y dijo entre otras cosas “el gobierno del estúpido Díaz Ordaz y del idiota” estaba dirigiendo fuertes expresiones a los estudiantes de México y al pueblo mismo de México, en estos momentos fue lanzado un cuete de luces verdes y rojas, que iluminó el cielo sobre la iglesia de Tlatelolco y a esta señal avanzó el ejército rodeando la zona del mitin y al quedar ya dentro frente al edificio del ISSSTE, a donde en el 2do. Piso en el balcón del ambulatorio, se encontraba presidiendo al mitin, los elementos del Consejo Nacional de Huelga, así como maestros y periodistas y fotógrafos nacionales y extranjeros de una de las ventanas de dicho edificio y de otros edificios circunvecinos se disparó con armas de calibre 22 al parecer por lo que de inmediato los elementos del ejército se pusieron a la defensiva y tomaron posiciones de combate y se entabló un duelo a tiros entre los dos bandos (…) eran menos de las 18 horas, 20 minutos.[16]

En ninguna de estas versiones aparece el herido y el magnavoz. Esto es coincidente con el relato de centenares de testigos, que jamás vieron caer al general ni escucharon un magnavoz. Como vimos en las crónicas periodísticas, el titular de Defensa dijo el 2 de octubre que había acudido a sofocar una balacera, sin mencionar que quien comandaba la operación había sido herido. Porque de ello habría sido enterado al día siguiente (aunque luego dirá que en realidad iba junto a él, pero no como dice dfs, herido en el momento en que sino bajo una balacera que no permitía moverse). Pero vaya, esto deja afuera al director de dfs que apareció en el diario El excélsior, recibiendo un informe con el dato del herido (pese a qué al secretario de Defensa se le informó al día siguiente…) Estamos ante el nacimiento de una versión oficial, ante una operación, que vaya, luego le sería bastante rentable al régimen.

Tiempo y temporalidad
Me he demorado en un ejemplo de cuál es una de las funciones principales del problema del tiempo en mi investigación. Sobre todo para que se entendiera que este acompaña a la fuente en virtud de una característica que bien pudiera ser intrínseca del carácter oficial. Este toma una perspectiva de lectura cuando se tiene en cuenta el momento de elaboración de un documento sobre un conflicto político del pasado. Cada uno de las versiones muestra, al trabajar sobre su propio momento de escritura e inscripción, una variación de horizontes que presenta mejor así sus huellas. Cuando es observada como una sucesión de capas, la escritura oficial adquiere una densidad que la aleja del acontecimiento, para reflejar el carácter de sus propias transformaciones, los objetivos de su constante construcción.
El ejercicio hecho, que desde la perspectiva de saber qué pasó puede reducirse al problema de las 6 y diez minutos hasta las 6 y veinte, tiene muchas más facetas. Desde la perspectiva del momento de escritura, la lectura de las fuentes oficiales se entiende desde las características de su producción. Y si consideramos a la documentación desde una perspectiva del momento de escritura, debiéramos distinguir también en qué presente está su sistema de referencias y horizonte. Esto es, considerar que un aparato burocrático produce constantemente documentos para asentar datos según un sistema de reporte temporal variable. Este es el presente de la visión, en la mayoría de los casos (aunque nuestro ambiente sobre las cosas de gobierno merece más sospechas). Le corresponde el decir de lo que fue hoy. Este es el caso de los reportes que dejé afuera. Las otras versiones corresponden al presente de las cosas pasadas, el de la memoria.[17] Pero ¿acaso esta lectura es posible?
Si esto permitiera desplazar la lectura a la variación del horizonte del presente en tanto este tiene como referencia al pasado, entonces solo restaría poner el énfasis en el conflicto. Deberíamos tener una idea más firme de los temas del pasado de los que se ocupan los documentos oficiales, cuando lo hacen fuera del registro diario. Arriesgo que el conflicto es un buen disparador de la documentación oficial de este tipo. La justicia, por ejemplo. Pero, cuando el pasado es un tema de análisis de los sectores de control político (que es donde el gobierno es parte y toma partido) o este trata de un conflicto con la ciudadanía, es terreno de tergiversaciones menos inconscientes que las que suponen otras fuentes. Lo oficial aquí, parece reclamar una lectura específica sobre los usos de su imaginación y su retórica particular.
[1] Para la historiografía dominante, el 22 de julio de 1968 se inicia el movimiento estudiantil con el desenlace que todos conocemos. Esta tesis, que configura ya un sujeto histórico particular, tiene ya sus detractores. En pocas palabras, estos sostienen que otros encuentros violentos en otros estados y en años recientes, contribuirían a explicar mejor el fenómeno popular de 1968.
[2] Ramón Ramírez, El movimiento estudiantil de México, p. 387.
[3] Diario Excélsior, 3 de octubre de 1968.
[4] Ramírez, Ramón, op. cit. p. 388.
[5] Idem, p. 390.
[6] DFS 11-4-68, L44 F253
[7] IPS 1459-A/E16/F2
[8] Scherer et al, Parte de guerra, op. cit. p. 112.
[9] ¡El móndrigo! Bitácora del Consejo Nacional de Huelga, Editorial Alba Roja, México, s/f, p. 181.
[10] Idem, p. 184.
[11] Apuntes sobre Tlatelolco, dgips 2865, folio 141.
[12] Parte de guerra, op. cit, p. 141.
[13] Aunque esto habrá que decirlo de un modo menos incisivo.
[14] Kubler le llamaría señales primarias: pues entre las versiones señalas, éstas serían “el testimonio más cercano al acontecimiento mismo”, mientras que las otras serían señales más complejas, estimuladas por las señales primarias. Ver George Kubler, La configuración del tiempo, Nerea, España, 1988, pp. 81 y 82
[15] DFS 11-4-68/L44/255-257
[16] IPS 1459. Los subrayados, salvo indicación, pertenecen al original.
[17] Como lo consideraría San Agustín en el marco de los tres tiempos en que las cosas se registran. Ricoeur, Tiempo y narración, p. 51.